domingo, 23 de mayo de 2010

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sábado, 22 de mayo de 2010

Muestra CHARITAS 2010


Cuando elegí el nombre de la muestra Charitas no imaginé, en verdad, los hilos de sentido que ello implicaba. La figura de Agustín de Hipona está fuertemente ligada al concepto de “Caritas in veritate” (amor y conocimiento), aunque debo reconocer que hasta ahora no había reparado en las implicancias del uso de este concepto.

En alguna oportunidad he comentado que mi verdadero interés por esta muestra era presentarles la técnica que utilizo, donde el papel es intervenido casi quirúrgicamente, quitándole capas, ejerciendo raspados y debilitándolo para así revelar ciertas imágenes, ciertos asuntos. Pero lo que realmente me interesa es la reflexión a la que esta técnica nos puede conducir: lo que aparece a causa de una debilidad, lo que se muestra por la falta, la elisión que permite que algo emerja. Cada una de las cuales se presenta como un oxímoron poético.
¿Por qué este pensador y no otro “pretexto”? Me gusta coleccionar textos de semiótica y más aún si son inactuales. Encontré un libro titulado Semiótica Agustiniana de Valentín Cricco (2000) y lo compré. Este escrito tiene su interés puesto en otro libro: El Maestro de San Agustín, escrito en el 389 de nuestra era, del que conseguí en España una versión traducida y comentada de Atilano Domínguez (2003). El texto trata sobre el lenguaje y el pensamiento en un diálogo entre Agustín y su hijo Adeodato. A partir de allí comencé a pensar visualmente en la conversación entre padre e hijo, entre maestro y discípulo. Esta fue la primera imagen pero no la última y consideré oportuno presentar otras instancias de la vida del obispo de Hipona.

Seleccioné cuatro más: la muerte de su amigo, el encuentro con un niño en la orilla del mar, su conversión y, con el sentido de enfatizar la idea del homenaje, su retrato. En todas estas escenas está presente la idea (no ya como técnica de producción indexical) de la ausencia. Evidente, en la muerte de un ser querido, implícita en la “conversión” que señala la supresión de modos de vida del pasado. La propuesta de “sacar” agua de un lugar y llevarlo a otro, o la presencia fantasmática de su madre Mónica en el retrato. Imaginariamente (porque es en verdad una falacia), sacar nuestros pensamientos de nuestras cabezas para pasarlos a otra en la “conversación”. Eso sin entrar en consideraciones lingüísticas más técnicas sobre las llamadas relaciones paradigmáticas (in absentia) en los desarrollos de Saussure.
Antes de continuar con este razonamiento quiero responder a la posible pregunta: ¿de dónde surge este modo de producir, y por qué lo propongo ahora? En una de las asignaturas del viejo plan de estudios de la Escuela de Bellas Artes, donde realicé mis estudios, llamado TAE (Taller de Arte Experimental) que cursaba en el 88, propuse por primera vez incursionar en una técnica que había practicado con fines más utilitarios en mi trabajo de diseño. En ese contexto presenté una muestra interna en el TAE, llamada Elidere donde tres de mis compañeros: Eleonora Fabbro, Lucrecia Gilardoni y Javier Sánchez habían escrito sobre ella. Textos que están también en esta muestra.
Bien, regresemos al punto en el que me proponía explicar la relación entre los materiales, las formas, los asuntos y el título pues no encontraba aún un lazo intenso entre todos estos componentes. Pero cuando investigué sobre el significado y uso del término descubrí que incluso “charitas” (cuya "h" en medio hace pensar en un origen griego, el cual le da al término otras connotaciones) estaba relacionado originalmente con la carencia, con la carestía y que Cicerón, tardíamente conectará con el deseo y el amor (el deseo de lo que no se tiene).

No voy a negar que me tranquilizó descubrir estos puentes, estos vínculos y en los que por el momento dejaré reposar algunos sentidos de esta muestra, sin olvidar que cierto silencio, que he preferido establecer, reserva para sí otros; con los que se podría resignificar estas obras por completo, enriqueciéndolas sin duda.
ED