lunes, 21 de junio de 2010

Deriva de conexiones estéticas, filosóficas…

Roxana Celman

La obra de Edgardo Donoso suscitó en mí una deriva de conexiones que pueden ligarse con la filosofía. En primer lugar, en mi pensar aparecieron los griegos. Platón es quien en los Diálogos destaca la figura del maestro, Sócrates, con amoroso cuidado y admiración prefigurando así la descripción de una especial forma de relación entre maestro y discípulo.

Después en el tiempo, Aristóteles subrayaría la amistad como el más noble de los sentimientos amorosos porque dicha relación se halla exenta de interés y del tormento de los celos.

De estos orígenes derivaría el pensamiento de otros autores quienes lo introducen en la tradición cristiana. Así, los textos de San Agustín en el siglo IV d. C., iluminarían el concepto de charitas, cuyo particular sentido alude a la generosidad propia del vínculo entre maestro y discípulo. Es justamente San Agustín, la figura paradigmática de este concepto cargado de sentimiento, a quien Donoso elige y rememora al citarlo textualmente y en imagen en esta serie de obras. Apunta así a cierto neoplatonismo que al revisitar la corriente agustiniana se hace más claro. Su interés en definir un concepto por medio de la combinación de imágenes casi transparentes y textos conceptualistas acentúa el matiz neoplatónico de la obra.

En cuanto a la técnica, es de destacar que cobra importancia el dispositivo de los focos de luz artificial, en su función de volver visible lo oculto de la imagen, de tal modo que si se careciera de dicho recurso técnico, las formas despellejadas de la imagen en el papel se hallarían siempre en el límite de la visibilidad, bordeando lo invisible.

A propósito de este rasgo de jugar en el borde de visibilidad-invisibilidad y que se configura a partir de una elección de la técnica especialmente ideada por Donoso, podríamos agregar que se halla relacionado en un juego de antítesis con respecto a la época en que transitamos, donde las relaciones humanas han ido perdiendo el tono afectivo.

En esta situación difícil es que ciertos pensadores actuales, tales como Váttimo y Rorty, quienes siguiendo las líneas de pensamiento nietzschiano acerca de la falta de fundamento metafísico de la idea de Dios y del Ser, con la consecuente caída de los valores, plantean que puede hablarse de un aligeramiento del concepto de realidad y también del sujeto. Esta falta de sustrato metafísico o anti-esencialismo del mundo de hoy es, de algún modo, puesta en discusión por la presentación de esta muestra. El tema elegido por Donoso alude a hechos del pasado, donde las relaciones tenían otro peso y densidad, siendo casi un anacronismo hablar actualmente del amor y del concepto de charitas.

En modo antagónico a la falta de sentido que hoy triunfa en los ámbitos culturales, estéticos y éticos, la propuesta de Donoso invita a reflexionar sobre la obra y sus sentidos posibles, inaugurando nuevas lecturas que resignifiquen la praxis artística. En el caso de la muestra de Donoso, puede aventurarse que, en el ejercicio de su doble condición de pensador y artista, inicia este camino puesto que va al rescate de valores pertenecientes a una tradición del pensamiento que se ha olvidado. La búsqueda de sentido se vuelve crucial y emergente en esta obra.

Retomando la lectura de la obra, pienso que esta dificultad de las imágenes para ser vistas, ya que requieren de la luz como dispositivo adosado para ser apreciadas en plenitud, funciona en forma analógica a los conceptos y sentimientos apuntados en los textos e imágenes, ya que intentan iluminar cierto aspecto de las relaciones humanas mediante el rescate de los sentimientos de nobleza y generosidad, siendo lo propio de esta época, más bien la ausencia de afecto en ellas.

Rosario, Viernes 18 de junio de 2010

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